lunes, 31 de octubre de 2016

Pro-táphos

Querer renacer cerca cantando
esa melodía proxeneta. etérea;
memoria baldía
que ahora ha cambiado su rumbo a la Noche y al papel equivocado.

Que no se dan cuenta, de que
no es una tormenta, ni un día
apacible,
ni la aridez que oculta una mirada humedecida.
No se dan cuenta, ni lo hacemos nosotros,
de que las letras salen de
la misma mente
de donde emergen los falsos
suspiros que arrancan la locura,
como si fuese una planta aromática que utilizar
siguiendo una receta milimétrica;
una receta que lleva el nombre y la marca de alguien que apenas es
un grano de café descosido
por un viento que ahora sopla
desde un ventilador.

Porque seguimos encerrando su
Libertad,
seguimos guardándola en el saco de Eolo que nos hemos empeñado en atar,
y en seguir atando.

Soñar y no luchar;
no creer y vivir de acuerdo a la no creencia:
la sinonimia de aquellos que nos cambiamos de barrio,
o de la que pasa a la tienda
mientras en el paradisíaco frío del invierno exterior
la espera su perro.

Y la desidia es el poste al que está atada la correa
y la humanidad seguirá esperando, a que la poesía la libere,
aunque espere siempre, inquieta y quieta,
sin darse cuenta de que la correa es de papel

para echar a correr,
tirar, zafarse,
escapar,
y querer renacer.
Sobre todo,
querer renacer

lunes, 15 de agosto de 2016

De deportes y antónimos

Deporte, libertad, pasión, hoy.
Cuando te veo y me ves,
en  medio de la cancha, estadio, coliseo, piscina,
da igual.
Un respiro, un recuerdo, el tiempo se detiene;
después de tanto,
todo debe parecer más lento de lo normal,
todo se reduce a hoy,
el día especial.


¿En qué momento se distorsiona la pasión
en las gradas (la hinchada, la barra)?
¿Por qué esa distorsión empieza a tender a obsesión?
¿Por qué la mezcla con agresión?
No comprendo, no logro entender.
...


Quisiera reprocharte,
porque tu comportamiento me asombra sobremanera,
¿por qué haces lo que haces?
¿por qué la mente cerrada? ¿por qué no ver…
a tu
alrededor? gente, al final, todos humanos.


Y vos te justificas, tal vez a propósito,
en que no conozco tu realidad,
lo que pasaste, y tus rumbos del hoy.
Vos dices que amas a los tuyos, tu bando,
que te gusta la lealtad
y que sí, sabes amar.


Más preguntas que respuestas
cuando me pongo a conversar.
Para mí es la indiferencia lo que hace a un ser humano confundir
el deporte con sus antónimos.

jueves, 21 de julio de 2016

Hoy canto a las disonancias


"El mundo de hoy no tiene sentido, así que, 
¿por qué debería pintar cuadros que lo tuvieran?"


Hoy canto a las disonancias
y a las métricas rotas e impares y descoloc
adas y a las iguald
ades que yacen en el caos del subconsciente y de lo oscuro. A las
hadas que son ilumin
adas cada Noche por la luz del sol, desde la mor
ada de
Hades.

Las utopías aguardan al girar la esquina, pero serán imposibles si el
ORDEN de hoy es encuadrar a toda la humanidad en un corral de eng
ORDE, masificando
los medios
la educación
la cultura
la política
el trabajo.

Masificando la masa.

Igual hay que dejar de hacer el individuo a la masa
y plantearse una masa hecha al conjunto de individuos.
Igual no hay que nada.

pero lo cierto es que el orden lo forman números
que rigen la naturaleza y la existencia y el universo y el tiempo y la Totalidad y la Personalidad
Una personalidad que se ahoga en números
de telespectadores
de calificaciones
de ventas
de votos
de productividad.

Contra esos números, podemos pensar, o la palabra y la poesía pueden volverse salvajes.
Hoy canto a las disonancias, mientras la isometría
y la rima y los paralelismos yacen enterrados
en un poema de grava o en una tumba de letras de la que luchan por escapar.

Y hasta que el mundo suene a Armonía, cada terremoto será una letra
inte n   tan   d   o       a         l          e                  j             a                r           s                          e
de sus ligaduras. Pero hasta entonces, el CAOS ordenado en la Tierra hará el CAOS caótico en la poesía, en algo que durará muchas más generaciones y efímeras eternidades, pues
en el feudo de la globalización
aún combaten gladiadores.

martes, 19 de julio de 2016

La respuesta a preguntas saladas en ojos sea a(l-m)ando tu historia

Y una nueva publicación de la que ya colaboró con nosotros una vez... "Ave", que nos trae una reflexión dentro de un microrrelato.

¿Sabéis?... Me he dado cuenta de que la inmensa parte de caída hacia la tristeza es debida a no sentirnos libres...

No sentirnos libres de poder decir necesito parar o necesito avanzar. No sentirnos libres para amar lo que nuestro corazón palpita. No sentirnos libres de tomar decisiones, siendo esclavos de una malgama de situaciones externas o limitaciones creídas. No sentirnos libres de expresarnos, de reír y llorar en ese momento. No sentirnos libres de recordar sin culpa o predecir supuestos sin miedo.  No sentirnos libres a probar algo nuevo haciendo entonces la autocompasión  mella hasta crear un agujero roído donde  enrollándonos como gusanos elaboramos círculos sin encontrar nada más, pudriendo poco a poco el fruto. No te sientes libre si la correa que te sujeta crea más fuerza que tus alas al emprender el vuelo. No te sientes libre si no aventuras a descubrirte a ti mismo y si prejuzgas antes de conocer verdaderamente. No te sientes libre si aparentas ser una idea de mentes ajenas. Y si no te sientes libre te va a resultar difícil serlo, y si lo fueras de poco importaría porque algo que se es y no se siente no es consciente y sería más un automatismo maquinario…

Así que por favor… tú, ser volador que se pierde entre los parpadeos estelares, y viajas cada noche a rincones de deseos, tú que sueñas con un nuevo amanecer de brillos diferentes pese a pintarlos con las pinturas de siempre que dijeron que eran las que se utilizaban en el óleo de esta vida, tú que construirías ese velero pero que no lo haces… que velaría por tu extensión a mares abiertos  y que desvelaría potenciales intrínsecos de tu afluente propio…

Captura la idea de libertad, hazla emoción, para convertirla en sensación y endosarla en un sentimiento más extenso y complejo, tras sentirlo, séalo, será…  un transcrito sin letras, historiado en vibraciones al(m)adas.


lunes, 11 de julio de 2016

De héroes y reyes.

Se nos ha enseñado a admirar a los héroes, no a identificarlos. Muchos buscan poder, venganza o justicia, o las tres cosas al mismo tiempo, y no de una manera legítima o adecuada.
Hubo una vez un rey, un rey que reinaba como se suponía que debía reinar, sin ningún problema, así que no tuvo que hacer elecciones difíciles. No tuvo que afrontar ninguna confrontación porque era el rey, y nadie le cuestionaba nada. Hacía las leyes, y las leyes se cumplían. Dictaba órdenes, y las órdenes se llevaban a cabo. Y todos estaban contentos, porque no había problemas.
Pero, un día, el rey creció, o envejeció, y el pueblo y el reino lo hicieron con él.
Empezaron a surgir los problemas y el rey tuvo que solucionarlos. Como nunca antes había tenido problemas, el rey se encontró con un conjunto de decisiones difíciles, prácticamente imposibles.
Fue entonces, ante las difíciles decisiones del rey, que aparecieron los héroes, para solucionar aquello que el rey no podía solucionar.
Todos los admiraron pronto, más que al propio rey.
En algún reino vecino, el rey era el mismísimo héroe. En otros reinos, los héroes también florecieron, junto con los problemas.
Pero llegó el día en que los reinos tuvieron problemas entre ellos. Los héroes cayeron al mismo tiempo. Todos fueron olvidados.
Y los reyes se quedaron solos, asustados, a la cabeza de reinos caóticos y sin una clara solución.
Tuvieron que dialogar para solucionar sus problemas, pero no llegaron a acuerdos. Ninguno de ellos cedería o se arriesgaría a perder parte de su poder por un bien mayor.
Todos los ciudadanos comenzaron a identificar a falsos héroes por doquier. Muchos creyeron en los reyes como los legítimos héroes. Muchos otros, confiaron su destino en héroes más cercanos a ellos. Otros, en aquellos cuyos nombres se escuchaban en las canciones.
Pero los problemas siguieron sin solucionarse, y ni héroes ni reyes pudieron solucionar sus problemas, porque el reciente poder los cegó.
Así, surgieron héroes desconocidos, héroes sin nombre y sin alabanzas, sin glorias, sin capas, sin escudos ni espadas. Héroes que se levantaron, alzándose contra los problemas del reino, a las cinco de la mañana, llueva o nieve, haga frío o calor, para solucionar sus propios problemas, para alimentar a su familia. Héroes que educaron a los suyos en la justicia y el respeto, en el trabajo duro y en la sinceridad, en la solidaridad y el altruismo.
A todos esos héroes, que salvaron al reino, que se alzaron contra el sistema sin violencia ni egoísmo, que, pese a que no podían, ayudaron al que lo necesitaba más que ellos... A todos esos héroes que, de una forma desinteresada, han luchado por lo que creían justo desde lo más profundo de su corazón...
A todos esos héroes, que tanto nos han enseñado, que sin superpoderes han conseguido cosas sobrehumanas, como salvar su mundo, a todos esos héroes, gracias.

sábado, 23 de abril de 2016

Sobre vivir (o cosas que escribo mientras Nena me mira y sonríe).

¿No estaremos, muchos de nosotros, queriendo romper los moldes burgueses a base de nostalgias igualmente burguesas? Había que leer esa frase, Nena, me entendés, había que leerla y sentir que todo era una mentira: el engaño y su denuncia, sobre todo su denuncia, esa mentira al cuadrado, esa moral de alquiler para artículos de opinión. Había que leer esa frase, de la manera en que vos y yo entendemos que se debe leer: doliendo. Esa manera masoquista, entre el funeral y el parto. ¿No estaremos, muchos de nosotros?. Andar los ojos como un ejército bárbaro, incendiando cada letra y, simultáneamente, permitiendo que algo nuevo creciese ahí. Y no era ningún fuego redentor, claro que no, pero había que quemar las palabras y que, de alguna manera, del otro lado del espejo, estas nos quemasen a nosotros. La rebelión también es mirar una palabra hasta hacerla cenizas; vos y yo sabíamos que eso también era permitirles el vuelo, posibilitar que las pudiésemos respirar, ahogarnos en ellas, que quedasen en alguna parte, volver a escribirlas.
No empieces con la enumeración académica, Nena. Supongo que eso nos aleja un poco, que vos y yo elegimos diferentes olvidos. ¿A qué viene esto, justo acá, que el olvido es una mala palabra? Sí, ya sé que no soy la primera persona en sostener que el lector es quien escribe algo. Claro, te prohíbo eso y me saltás con la dedicatoria del libro que estás leyendo. Sí, por supuesto que es trivial y fortuita la circunstancia de que seas vos la lectora y yo esté redactando esto. Pero no te olvides del resto del libro, no te olvides que quizás ni siquiera sea yo quien está escribiendo. Y si lo soy, tu simple lectura me anula, me lleva de la mano al patíbulo.¿No estaremos, nosotros?.
Me enredo de palabras; de eso va a ser mi horca, ya vas a ver. Y justo a vos te explico, justo a vos te vengo a comentar esa frase  y te vengo a plantear que no, que la mentira al cuadrado es el peor engaño excepto todos los demás (exceptuando, diría el que te dije). A vos te vengo a hablar de que es denunciar o colgar el cartel de “se vende”, justo a vos que debés ser la única persona que sabe cómo parpadear sin consentir ese simulacro en miniatura de la bajada de persiana.
Sí, por supuesto que es una nostalgia burguesa (valga la redundancia). Si cualquier acción está teñida de un egoísmo ineludible, vital, ¿cómo apositar la vida con algo tan birrioso y fatal como el lenguaje?
Y sin embargo, plantear la literatura como algo más que una barricada, que una trinchera. Basta decir que cada día, elegimos decir silla para que el otro entienda que nos referimos a un mueble en donde la gente se sienta, incluso cuando eso nos aleje de la silla, de lo que hay detrás de esas cinco letras. Elegimos a las personas antes que la verdad, ¿pero eso es acaso menos cierto, menos real? 
Y también que en la literatura, como en la vida, la denuncia tiene formas sutiles: un cuento fantástico, una golondrina, un poema sobre algo que pasó en una comida en Plentzia. Desmitificar toda revolución de su lenguaje revolucionario, todo arte de su compromiso ineludible y consciente de ser reflejo de su época. Pobre aquella revolución que necesita de sus compañeros, de sus derechos, de sus emancipaciones, de sus neocolonialismos, de toda su fanfarria de cadáveres dialécticos. Pobre aquella revolución que no entienda que puede ser una margarita o una medusa. “Beethoven haciendo sonatas en plena época de la Revolución Francesa”, citás, como esperando que te corone de estrellitas doradas y medallas al mérito académico. ¿No estaremos? Pobre aquel escritor que necesite del color local para escribir sobre su país. Sobre todo acá, que no te perdonan que no escribas sobre la patria sin saber que, justamente porque somos de acá, no necesitamos la fanfarria de los gauchos o los cabecitas negras o los Andes y San Martín libertando medio América del Sur. Queremos escribir como latinoamericanos y nos olvidamos de que ya lo somos. Así, como uno se puede encontrar caminando Buenos Aires en un cuento sobre galerías francesas, también puede rabiar y llorar y secarse las lágrimas con el puño para seguir, porque siempre, seguir, en medio de un poema a una alondra. “A un jilguero”, interviene Fulano, ampliando el inventario de pájaros que fabrica la literatura.
Más allá de toda nostalgia burguesa, del engaño que es cualquier acción que asuma o finja no serlo, cualquier cosa menos bajar la persiana. No.Y quizás eso es también un poco saltar el muro, porque todo salto es una destrucción.  ¿Quién necesita demoledoras y grúas, cuando cada salto lo abole, se ríe en su cara, lo inutiliza? Carrera de vallas. Pasar y abolir. El salto que toda valla condena pero que, de cierta manera, es su razón de ser, porque la define, porque toda valla es un salto en potencia. Valla que lo es porque se salta, pero después del salto, ¿qué?  Quedan los vestigios, pero la gente ya está aplaudiendo en la meta. ¿Qué destrucción más cruel, qué abismos más insondables, qué condena más eterna e insalvable? 
En definitiva, Nena, nunca, ninguna palabra hizo del mundo un lugar mejor, pero lo han hecho más lindo. Vaya si lo han hecho más lindo.




El tema es qué palabras. 

jueves, 14 de abril de 2016

El síndrome de Esto(es el)colmo


(I)

El beso fue terrible. Quizás fue la pasión la que se abalanzó sobre aquella silla, quizás esas irracionalidades tan bellas de la Humanidad, o quizás sólo una persona. Fue un beso instintivo, fue un beso, un beso nietzschiano: procedente de los instintos más bajos de aquel amor que se materializaba en dos personas, miles de millones de veces al mismo tiempo.

Y a cada noche nacía un alma, y con ella llegaba un nuevo beso, y con ella esa pasión cuyas lágrimas se derramaban por su rostro maltratado y marchito.

Aquel beso procedía de las peores irracionalidades humanas: llegaba de las racionalidades. Fue un beso, un beso nietzschiano, un beso de la muerte: el hombre muerto mientras igualmente la mente muere en un mar de trombas de torpes andanadas de besos, besos que llegaban a esos labios que juntándose intercalaban labiales con trepidantes cacofonías y terrores y rugidos silbantes de huracanadas sordas.

Con aquel beso nietzschiano, con aquel beso de la muerte por el que la mayor mafia se conjuraba contra él,  su cuerpo quedó paralizado, sentado en la silla, su mente quedó paralizada, sentada en la silla su cara pasó a mirar a la pared. E      l           cor       azónlelatía      a rit     mosdes                       a          c          ompasados p  or   la tr            emenda excitación-del-goce.

Él mismo se ató la soga a las manos. Aquel beso sistemático (aquél basado en la creación de un placer que en verdad no era sino no-dolor) apagó toda su personalidad: él mismo se entregó con inocencia e ingenuidad a aquél monstruo, su querido raptor.

(II)

Su enfermedad iba a peor. El poder de su raptor crecía sobre él, que seguía igual, añorando aquel beso que le diese en un triste amanecer de la Civilización. Su sumisión creció tanto, que ya no se sentía enamorado de un raptor, sino de un Tirano(saurio): un fósil viviente del que seguía dependiendo, cuya intimidación se basaba sólo en un absurdo juego de sombras con cuatro huesos roídos y colocados estratégicamente para agrandarse infinitas veces al paso de una luz interesada.

(III)

La Pasión lo reencontró, pero ahora había crecido: se había convertido en mayúscula. Se alimentó del cansancio, del hastío, de la indignación, del taciturno y monótono pasar del impasible reloj frente a la silla de la Historia. Las mismas lágrimas corrían por sus mejillas húmedas y sus ojos maltratados. Lo besó.

Aquel beso procedía de las irracionalidades humanas. Fue un beso, un beso nietzschiano (también en lo de impronunciable), un beso de la muerte: el hombre nacido mientras igualmente la mente es madre en un mar de trombas de tormentosas andanadas de besos, besos que llegaban a esos labios que juntándose intercalaban labiales con trepidantes cacofonías y utopías y rugidos silbantes de huracanadas sonoras entre los infinitos ecos del rozar de aquellas bocas que aspiraban a destruir la Nada.


Él mismo se quitó la soga. Él mismo se levantó de la silla y salió de aquel tugurio. Él mismo decidió añadirle un par de palabras a su enfermedad, para crear una nueva demencia que cambiara el mundo.