lunes, 11 de julio de 2016

De héroes y reyes.

Se nos ha enseñado a admirar a los héroes, no a identificarlos. Muchos buscan poder, venganza o justicia, o las tres cosas al mismo tiempo, y no de una manera legítima o adecuada.
Hubo una vez un rey, un rey que reinaba como se suponía que debía reinar, sin ningún problema, así que no tuvo que hacer elecciones difíciles. No tuvo que afrontar ninguna confrontación porque era el rey, y nadie le cuestionaba nada. Hacía las leyes, y las leyes se cumplían. Dictaba órdenes, y las órdenes se llevaban a cabo. Y todos estaban contentos, porque no había problemas.
Pero, un día, el rey creció, o envejeció, y el pueblo y el reino lo hicieron con él.
Empezaron a surgir los problemas y el rey tuvo que solucionarlos. Como nunca antes había tenido problemas, el rey se encontró con un conjunto de decisiones difíciles, prácticamente imposibles.
Fue entonces, ante las difíciles decisiones del rey, que aparecieron los héroes, para solucionar aquello que el rey no podía solucionar.
Todos los admiraron pronto, más que al propio rey.
En algún reino vecino, el rey era el mismísimo héroe. En otros reinos, los héroes también florecieron, junto con los problemas.
Pero llegó el día en que los reinos tuvieron problemas entre ellos. Los héroes cayeron al mismo tiempo. Todos fueron olvidados.
Y los reyes se quedaron solos, asustados, a la cabeza de reinos caóticos y sin una clara solución.
Tuvieron que dialogar para solucionar sus problemas, pero no llegaron a acuerdos. Ninguno de ellos cedería o se arriesgaría a perder parte de su poder por un bien mayor.
Todos los ciudadanos comenzaron a identificar a falsos héroes por doquier. Muchos creyeron en los reyes como los legítimos héroes. Muchos otros, confiaron su destino en héroes más cercanos a ellos. Otros, en aquellos cuyos nombres se escuchaban en las canciones.
Pero los problemas siguieron sin solucionarse, y ni héroes ni reyes pudieron solucionar sus problemas, porque el reciente poder los cegó.
Así, surgieron héroes desconocidos, héroes sin nombre y sin alabanzas, sin glorias, sin capas, sin escudos ni espadas. Héroes que se levantaron, alzándose contra los problemas del reino, a las cinco de la mañana, llueva o nieve, haga frío o calor, para solucionar sus propios problemas, para alimentar a su familia. Héroes que educaron a los suyos en la justicia y el respeto, en el trabajo duro y en la sinceridad, en la solidaridad y el altruismo.
A todos esos héroes, que salvaron al reino, que se alzaron contra el sistema sin violencia ni egoísmo, que, pese a que no podían, ayudaron al que lo necesitaba más que ellos... A todos esos héroes que, de una forma desinteresada, han luchado por lo que creían justo desde lo más profundo de su corazón...
A todos esos héroes, que tanto nos han enseñado, que sin superpoderes han conseguido cosas sobrehumanas, como salvar su mundo, a todos esos héroes, gracias.

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